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Espa�ol. Pol�tica Fiscal. Pol�tica Cambiaria y Monetaria.

Domingo 26 de enero de 2014

Terapia intensiva

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Fuente: La Naci�n


Autor: Eduardo Levy Yeyati


Un hombre entra a un hospital con un dolor agudo en el est�mago. Mientras los m�dicos realizan estudios y debaten el diagn�stico y los cursos de acci�n, la apendicitis deviene peritonitis. Esperando la intervenci�n quir�rgica, el paciente pesca una infecci�n renal que lo deja al borde de la muerte. Para entonces, el tratamiento original, simple y sin efectos secundarios, es, si no irrelevante, insuficiente.



El problema con el d�lar no es nuevo. Naci� en 2007 con la manipulaci�n del �ndice de Precios al Consumidor (IPC) que alej� el financiamiento externo y oblig� a un desendeudamiento que nos conden� a pagar deuda externa con ahorro dom�stico, aumentando la necesidad de d�lares. Y con la indiferencia del Banco Central con todo lo monetario: la inflaci�n en ascenso que encareci� el peso y gener� expectativas de depreciaci�n, y las tasas bajas que financiaron el gasto a expensas del ahorrista y lo llevaron a dolarizarse. Por eso, cuando la salida de divisas por pago de deuda y dolarizaci�n de ahorros super� el balance comercial, comenzaron a caer las reservas. No fue un problema de competitividad (la cuenta corriente segu�a siendo positiva) sino errores de pol�tica monetaria y financiera (reflejados en una cuenta de capital negativa) los que llevaron al cepo.



En 2011, el diagn�stico era simple: dolarizaci�n de ahorros por el mayor rendimiento esperado de los activos en moneda extranjera. El tratamiento, tambi�n: corregir el atraso cambiario, elevar las tasas reales de inter�s, recuperar el financiamiento externo. En cambio, el Gobierno opt� por controles e impuestos que, previsiblemente, redujeron a�n m�s el acceso al cr�dito externo y generaron expectativas de corrida y la obsesi�n por salir cuanto antes y como sea.



Dos a�os m�s tarde, el problema es menos financiero (el cepo reduce la salida de capitales y el servicio de deuda es limitado salvo que, por elevar artificialmente el crecimiento, regalemos cerca de 3000 millones de d�lares a los tenedores del cup�n del PBI) y m�s de competitividad: d�ficit en el balance de "turismo" (en rigor, importaciones de bienes y servicios con tarjeta), crecientes importaciones de combustibles y exportaciones en picada. As�, a primera vista, el tratamiento no cambi� demasiado, aunque la dosis de correcci�n cambiaria sea mayor.



UN DETERIORO CONTINUO



Pero el paciente se deterior� mucho en estos dos a�os de improvisaci�n e internas de funcionarios m�s preocupados en coleccionar despachos que en explicarle a la presidenta Cristina Kirchner los l�mites de la realidad. Cuando, por un pu�ado de d�lares, el Gobierno ensaya blanqueos indefendibles y acuerdos petroleros secretos, sube y baja impuestos en cuesti�n de d�as, crea formularios para compras en el exterior que remiten ominosamente a las trabas que pon�amos a principios de 2002 para enfrentar la corrida, o promociona peregrinaciones sin br�jula a Pek�n o Par�s, el ahorrista lee desconcierto y el temor. Y apura la fuga.



Por eso, ahora que se insin�a tard�amente el tratamiento apropiado hace dos a�os (emisi�n monetaria por debajo de la inflaci�n, tasas de inter�s en alza, correcci�n cambiaria y flexibilizaci�n del cepo), estas medidas, si bien son necesarias, ya no son suficientes.



Simplemente interviniendo un d�a y dejando que el mercado haga lo suyo el siguiente, la devaluaci�n acelerada puede terminar alimentando la inflaci�n: en ausencia de se�ales a futuro, una devaluaci�n discreta puede crear un jubileo de remarcaciones que la traslade a precios independientemente del componente importado, eliminando cualquier ganancia de competitividad -una indexaci�n impl�cita al tipo de cambio que fue com�n en las hiperinflaciones. Del mismo modo, el relajamiento del cepo sin un gui�n que oriente las expectativas cambiarias probablemente fomente la compra y atesoramiento de d�lares a expensas del nivel de actividad.



Para estabilizar al paciente hoy se necesita un tratamiento sistem�tico y bien comunicado. Un programa monetario con una pauta de inflaci�n (basada en un �ndice realista y verificable) que incorpore expl�citamente la devaluaci�n, el ajuste tarifario y la asistencia al Tesoro, para evitar sorpresas evitables. Y acceso al financiamiento externo que relaje el cepo del Tesoro, que succiona pesos y d�lares del Banco Central y asfixia a la actividad y la inversi�n. Para lo cual un primer paso ser�a aceptar de una vez la misi�n de observaci�n del FMI (que reciben anualmente todos nuestros vecinos y que, vale aclarar, no impone condicionalidades de ning�n tipo) y renegociar la deuda con el club de Par�s.



Se acab� el tiempo: necesitamos un Banco Central que al menos intente formar expectativas, y un gobierno que deje de vivir de la teta del Banco Central. No es infalible, pero es lo m�nimo necesario para dar batalla.



La demora nos corri� la cancha. El paciente est� en terapia intensiva. Si seguimos discutiendo la historia cl�nica o ensayando terapias alternativas se nos muere


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